"DOS OBRAS [...], LLENAS DE SUTILEZAS, DE BUENA FACTURA, DE PRESENCIAS DINÁMICAS Y DE MUCHA CARGA IRÓNICA."
[...]
AMAPOLA: Exageras un poco. Simplemente cumplo con la ley de la vida y no estoy dispuesta a sobajarme por compasión o, mejor dicho, por debilidad ante el dolor ajeno.
EMBAJADOR: A eso le llamo dislexia sentimental; una disfunción de los afectos que siempre tuviste.
AMAPOLA: ¡No me digas! Ahora resulta que me saliste psicólogo. ¿Tú qué sabes de mi vida, si te diste a la fuga del país cuando provocaste un zafarrancho?
EMBAJADOR: Los dos compartimos el crédito, mi querida Amapola. ¿O desde cuándo dejó de ser para ti un arte la seducción?
AMAPOLA: Desde que tú adoptaste los zafarranchos como deporte. ¿Ya no te acuerdas del asesinato que provocaste hace unos años en el Bucabar?
Imposible toca al piano la balada de la muerte.
EMBAJADOR: Para empezar, nunca me di a la fuga del país... lo que sucedió fue que me dieron una comisión de Relaciones Exteriores en el extranjero.
AMAPOLA: Tú diste la orden a ese par de gendarmes para que ajusticiaran a un admirador que solía llevarme flores. ¿A poco ya no te acuerdas?
A medida que la intensidad del piano aumenta, se hace una disolvencia de luces a:
ESCENA DÉCIMA
EL CALLEJÓN DE LOS TOQUES
El Bachiller deambula por la banqueta del barrio chino.
Wong Liu se asoma desde la esquina de un callejón y se oculta con cautela. El Bachiller enciende un cigarro y contempla el humo bajo la luz de un farol.
WONG LIU: ¿Buscaba algo el caballelo?
BACHILLER: ¿Eh? Nada más caminaba por aquí tratando de despejarme el pensamiento.
WONG LIU: Yo sabello que usted necesita... Yo podel ayudadle a despejalse las pleocupaciones...
BACHILLER: Aaaah... No, no creo que ningún antídoto chino funcione. Le agradezco, pero usted no sabe lo que a mí me sucede.
WONG LIU: El señal lo que necesita es un toque mágico... una chispa de luz que le quite su tlisteza ...
BACHILLER: No gracias, a mí no me gusta fumar cosas raras.
WONG LIU: TÚ tienes que conocel el Callejón de los Toques.
BACHILLER: Le agradezco, pero esta noche no tengo la intención de tomarle la confesión a los viciosos que viven en ese barrio. Bastante tengo con haberme compadecido de una mujer con sentimientos tergiversados.
WONG LIU: Oooooh, ya veo... entonces tlatalse de un mal de amoles (...)
Jorge Kuri, Delirio en claroscuro. Dos obras de teatro, Conaculta / FLM, Fondo Editorial Tierra Adentro núm 309, 2005, págs 58-59
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