Christian Peña: El Síndrome de Tourette


En el principio fue el verbo
y luego nadie supo que decir
o quizá todos dijeron tanto que era imposible entender,
prestar oído a la voz ajena.
Alguien dijo: Mi virtud es errar.
Otro dijo: La coz del caballo me destrozó el pecho y vació mi corazón.
Uno más, envuelto en una fiebre oscura,
hincado ante el retrato de algún santo,
juró que rasgaría el cielo con un aullido
igual o parecido al de un lobo de monte.
Alguien fue cacofónico.
Alguien amenazó de muerte a su esposa.
Alguien lloró.
Yo estuve en el principio, por lo que he escuchado.
Yo dije: Nada es relevante.
Luego me contradije: Todo tiene un valor.
Luego mentí y quise contárselo a los otros.
Luego me arrepentí.
Alguno más dijo tres veces: Lengua, lengua, lengua.
Luego, alguien le dijo que estaba enfermo.
Otro preguntó: ¿Acaso no estamos enfermos todos? A mí me gusta oler las manos de la gente, a é1 le gusta comer moscas, ése prefiere limpiarse las orejas hasta encontrar la sangre; a ese otro le encantan las puertas giratorias,aquél no deja de encoger los hombros. ¿Acaso no es eso estar enfermo?

Lengua larga. Lengua, otra lengua.


Por qué todo se repite.
En el principio fue el verbo
y luego nadie supo qué decir.
Por lo que sé, yo estuve en ese principio, pero quizás
estuve en otro.
En ese principio alguien dijo: Hay quienes piensan que soy un farsante, que mi enfermedad no existe; que me encuentro cómodo gritando obscenidades a los cuatro
vientos. Hay quienes piensan que sólo hablo el lenguaje de cantina y que no es cierto que la coprolalia sea un síntoma del síndrome de Tourette.
Otro dijo: Todos tenemos Tourette.
Vallejo estuvo ahí y dijo: Yo nací un día que Dios estuvo enfermo.
Vallejo dijo: Golpes como del odio de Dios.
Vallejo dijo: El suicidio monótono de Dios.
Yo lo sé, porque estuve en ese principio.

Lengua, lengua, otra lengua.

Desde hace días tengo ganas de gritarle a alguien:  Malnacido.
Un malnacido dijo en ese principio en el que estuve,
y que no recuerdo ya si ocurrió de noche o al amanecer,
que su ingle olía al sudor del mundo;
que su mujer era la mejor amante del mundo;
que su dolor era humano y de este mundo;
que él había creído en el mundo hasta que cayó enfermo.
Otro más dijo: A mi me duele el mundo, pero no me quejo.
Otro lo interrumpió y dijo: Yo nací mal: mi cuerpo se puso en mi contra desde el principio. Dentro de mí hay Más de un centro, una cadena de mundos que chocan entre sí. Digo cosas que no pienso, Me muevo sin querer. Nací mal, seguramente un día que Dios estuvo enfermo. Yo fui el dolor de cabeza del mundo, el malestar de Dios. Yo soy el accidente.

Puterías. Muerdealmohadas. Soplanucas.

Alguien dijo ese día:
Qué vergüenza escribir malas palabras en un poema;
Y más aún en un poema aislado,
Un poema como una isla donde el lector no entiende lo que pasa
Y sólo desespera e intenta en vano atravesar el mar.
Muchos le dijeron a  ese alguien que estaba equivocado.
Otro le dijo que lo que había dicho era cacofónico, que rimaba.
Tal vez alguno estuvo de acuerdo. Yo no.
Yo estaba ocupado, diciendo: Nada es relevante.
Alguien, uno del que ya hablé,
ese día, o noche del principio del que hablo, dijo: Lo que Yo tengo fue descrito por Georges Gilles de la Tourette, Un neurólogo amigo de Freud. Lo que yo tengo, según Tourette, se caracteriza por tics compulsivos, repetición de las palabras o los actos de los demás (ecolalia y ecopraxia), y por pronunciar de una manera involuntaria o compulsiva maldiciones u obscenidades.

Lengua larga. Lengua, otra lengua.

Christian Peña, “El síndrome de Tourette”, en El síndrome de Tourette, Conaculta / Gobierno del Estado de Nayarit, 2010, págs 11-13

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