Hugo Alfredo Hinojosa: Desiertos


[...] EL AUTOR CONJUGA TIEMPO Y ESPACIO PARA PROPONER SITUACIONES QUE PONDEREN LA TRAGEDIA HUMANA [...]

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PREDICADOR: Dijiste que tenías sed. ¿Cuál es tu camino?, ¿a dónde vas?
HOMBRE EXTRAÑO: Lejos.
PREDICADOR: Nada está lejos, Todo está aquí, a la mano, ten fe y sabrás todo. Sería mejor que esperaras para que te muestre lo que puedes tener a mi lado; y al lado del Señor... has escuchado de la riqueza eterna, de la bondad divina, del camino unívoco que no tiene otra salida más que Dios. Hermano no busques en el vacío; yo soy una parte del camino que Dios tiene para ti. No mires hacia ningún otro horizonte; yo soy tu horizonte.
HOMBRE EXTRAÑO: Voy a un lugar muy lejano.

PREDICADOR: Te puedo ayudar. Puedo orar por ti.
POLLERO 1: ¿Puede orar por mí, hermano? También busco algo que no encuentro...
POLLERO 2: ¿Y por mí?
PREDICAD0R: Puedo orar por el mundo entero. Ustedes llevan un rumbo, se topan conmigo y necesitan una oración, son como este hombre. Todos hablan en estas calles de rumbos que se desconocen, caminan sin cansancio. Parecería que nadie llega a ningún sitio. ¿Ustedes a dónde van? Quieren la salvación. Al orar por ustedes, serán salvos. La salvación se da, pero asimismo se necesita pagar algo más; quizá un rasgo que los marque de amor, de arrepentimiento. Esa es la suerte que debe seguir aquel que necesita un favor de nuestro Dios.
POLLERO 1: Queremos cruzar al otro lado. Esa es la suerte que buscamos.
PREDICADOR: Son suertes extrañas.
HOMBRE EXTRAÑO: Enséñenme ese lugar.
POLLERO 2: Yo sé cómo llegar.
PREDICADOR: Este hombre también camina buscando ese lugar.
POLLERO 2: Es un lugar extraño. Difícil. Es muy difícil llegar...
HOMBRE EXTRAÑO: Enséñenme ese lugar.
POLLERO 1: Acompáñanos si quieres.
PREDICADOR: La ayuda no se puede negar. ¡Viva Cristo Rey! Tiene que ser así, ayudémonos.
POLLERO 2: No. No me interesa la compañía de alguien como usted.
POLLERO 1: ¿Quieres venir? Yo te ayudo.
HOMBRE EXTRAÑO: Puedo ir con ustedes.
POLLERO 2: No.
HOMBRE EXTRAÑO: Necesito ir hasta allá.

POLLERO 2: A mí no me importa.
HOMBRE EXTRAÑO: Tengo lo necesario, lo que se necesita para llegar hasta allá.
POLLERO 1: No tienes más que preguntar hermano, acompáñanos.
POLLERO 2: No quiero, ese hombre no me da confianza.
HOMBRE EXTRAÑO: Gracias. Gracias... Gracias a nuestro Señor.
POLLERO 2: Como sea, no me importa.
PREDICADOR: Ve con Dios. Hay fortuna aquí, lo siento; está aquí Dios nuestro Señor. Túmbenle todo lo que traiga.
POLLERO 1: Ya sabes. Lo que ordene mi Señor.
PREDICADOR: con Dios. [...]

Hugo Alfredo Hinojosa, Desiertos, Conaculta, Fondo Editorial Tierra Adentro núm 348, 2007, págs 46-47

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